¡1,2,3,4,5…50: ABRE LAS PUERTAS!

50 días en el aprisco, guardándonos del frío cuchillo que recorre nuestras calles y ciudades, deseando que pase de largo la peste funesta, anhelando sentir en nuestros rostros el calor del sol, el roce de una caricia, oir palabras, sustantivos, adjetivos, verbos… y no sólo números.

Y con el sol de fin de primavera, cuando las nieves de la montaña se han derretido y la naturaleza está despierta, se escucha la voz que llama desde fuera del aprisco:

  • ¡Vamos, afuera, salid! Ya es tiempo de empezar a caminar. Vamos, no tengáis miedo, no hace frío, vamos hacia la montaña!

Y cada quien va saliendo por el estrecho hueco del aprisco, con dudas, algunos miedos, cegados por el sol, desorientados, con ganas de caminar, en libertad, con capacidad de decisión, o empujados por el rebaño…

Y para allá vamos, no sabemos muy bien cómo, pero tenemos esa voluntad de salir y hacer y decir y sentir… Quizá el río nos pueda explicar qué entiende por voluntad. Está llamado a llegar al mar pero no conoce el camino, ni las vueltas, ni las montañas ni los valles por los que correrá, ni sabe del caudal, ni de las inundaciones, ni… porque su camino no está definido. ¿Y el nuestro?

Por una parte, nos resuena machaconamente que esto “lo paramos juntos” y sentimos la presión, la claridad de la orden, del mandato. Por otro, marcamos la inercia del movimiento, de hacer lo que sabemos hacer, como lo hemos hecho hasta hoy, hablar con las palabras usadas hasta ahora y sin embargo nos advierten que salimos a una “nueva normalidad”.

Muchas voces suenan, cada cual con su tono, su energía, unas más graves, otras más melodiosas, unas suenan regañonas, otras amenazantes, las hay serenas y seguras… algunas se quieren proclamar exclusivas, como si hablaran a borregos, sin capacidad por conocer autonomamente, sin libertad de pensamiento, incapaces de poner en cuestión, sin deseos de indagar y buscar la verdad. Ya lo decía Kant: “Sapere aude” (¡Atrévete a conocer!)

Iniciar este camino a la montaña nos obliga, como al río, a convivir con la incertidumbre, a juntar fuerzas para seguir, a no perder el aliento por buscar nuevos caminos para llegar, no a los pastos conocidos del “bienestar” que hasta ahora hemos probado algunos, sino mucho más lejos, para conducirnos más allá de lo que alcanzamos a imaginar, a planificar o a pedir, incluso en nuestras oraciones.

La “nueva normalidad” (La “Nueva Alomismidad”) a la que nos dirigen no puede recorrerse por los mismos caminos, al mismo ritmo, dejando tirados a los mismos, aupando a los mismos, queriendo usurpar lo mismo, exigiendo lo mismo, sacrificando lo mismo…

Hacer frente y marcar oposición a esta “Mismidad” nos va a exigir una actitud de discernimiento que nos remueva las pulgas que han traido la peste que estamos sufriendo. Si se conoce la causa de la enfermedad… 

Hablemos claro, aunque se califique como “Universal”, no siempre promueve los Derechos, aunque se describa como “Bienestar” no siempre garantiza lo necesario para vivir con dignidad, aún siendo “Espiritualidad”, si no desinstala, incomoda, descoloca, cuestiona… ¿cómo será Buena Noticia?

Tantas palabras, tantas voces… obedecer(opuesto a “borreguear”), Ob audire, esto es, escuchar atentamente y caminar en la dirección de esa escucha con la confianza de que:

“Para venir a lo que no gustas,

has de ir por donde no gustas;

Para venir a lo que no sabes,

has de ir por donde no sabes;

Para venir a lo que no posees,

has de ir por donde no posees;

Para venir a lo que no eres,

has de ir por donde no eres”

San Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo.

 

¿Acaso no temblaban, dudaban y estaban encerrados a los 50 días?

“¿No son galileos todos esos que estan hablando? Entonces, ¿como es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judios o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua”

Misa del día de Pentecostes. Hch 2,1-11

Abramos caminos hacia los pastos de la montaña donde nos lleva el Buen Pastor para que podamos hablar de las maravillas de Dios, cada quien desde su realidad y a todas las personas, realidades y circunstancias.

Idoia Makazaga, Misevi.