Misevi en la cárcel de Daroca

En estos tiempos tan inciertos y revueltos siempre hay noticias alegres y esperanzadoras que compartir, como haré a continuación.

Lo dijo Jesús para darnos un criterio que nos ayude a distinguir entre los verdaderos y los falsos profetas…

Por sus obras los conoceréis” (Mt 7,15-20)

Misioneros visitan Centro Penitenciario

Decir que la cárcel es un lugar privilegiado de experiencia de Dios puede parecer exagerado, pero no en vano, porque hemos recordamos y actualizamos la condena a muerte de un preso, de un delincuente, que es tratado como tal por las autoridades religiosas y civiles del momento.

Han sido días especiales los vividos en la cárcel de Daroca durante el Triduo Pascual. Hemos tenido momentos de encuentro profundo con Dios y con el Resucitado, donde desde el dolor más profundo se ha palpado también la vida.

Hemos celebrado, vivido y compartido estos días en el módulo de la escuela, como “un oasis”, un lugar especialmente santo, dolorido y sufriente, pero a la vez lleno de vida y de esperanza.

Comenzamos con la Última Cena en la que vivimos el rito del lavatorio de los pies, siendo un símbolo del amor de Dios que nos tiene a cada uno/a de nosotros/as.  Un gesto que nos hizo reflexionar que hemos venido a servir y no a ser servidos. Experimentamos cómo “nos amó hasta el extremo” (Jn 13,1) dando la vida por todos/as. Ese amor que se hace servicio y vela con Él… porque al Amor no se le deja abandonado….

Por la tarde, en la Hora Santa, contemplamos a Jesús-Eucaristía, el misterio del Dios de amor que no nos evita ni rechaza, sino que se queda con nosotros/as y para nosotros/as a pesar de las circunstancias personales de cada uno/a. Dejamos que Él transformase nuestras vidas y entrase en ellas desde el silencio y la contemplación.

El Viernes Santo, desde la mirada compasiva de Jesús hacia nuestras cruces individuales, realizamos la lectura de la Pasión, vivimos el Vía Crucis donde acompañamos a Cristo camino de la Cruz y experimentamos las Siete Palabras pronunciadas por Jesús en la cruz.

Y desde el asombro, la sorpresa, la admiración… nos dejamos interpelar el sábado celebrando y anunciando a todos/as lo que hemos visto y oído (ellos en sus módulos respectivos y nosotros/as en donde nos encontramos en el día a día): Cristo ha vencido a la muerte.

¡¡¡Cristo vive,
Él nos da la vida,
Él es nuestra Pascua!!!

Ahora nos toca ser anunciadores de la Buena Noticia, de lo vivido en estos días y experimentado con tanta pasión e intensidad con las personas privadas de libertad.

 Montse Rescalvo