Espiritualidad

Cuidándote desde la oración

A lo largo de estos años hemos descubierto que, como asociación eclesial, debemos ahondar en nuestra espiritualidad laical, que debe ser, además, misionera y vicenciana, para que sea la base de la cotidianeidad de nuestro ser y nuestro hacer misionero. Estamos convencidos que nuestra adhesión a Cristo, nuestra fe, es el centro y motor de la vida misionera. Nuestro fundamento laico, misionero y vicenciano es lo que da sentido a nuestro vivir. Esta espiritualidad es lo que hace distinta la opción por la Misión a la del voluntariado o la cooperación.

Por otra parte, descubrimos que la tarea misionera es muy amplia, continuamente recibimos llamadas de nuevos sectores de pastoral y de nuevos campos geográficos. Por ello, debemos asumir los criterios que nos ayuden a trabajar encarnados con los pobres, clarificando así nuestra identidad vicenciana, pues “nuestra vocación no es ir a una parroquia, ni siquiera a una diócesis, sino por toda la tierra” (San Vicente).

Deseamos vivir y permanecer en la misión como laicos, en comunión eclesial desde la Familia Vicenciana. Queremos sentirnos miembros enviados por esta familia y aportar nuestra vitalidad a la renovación del carisma. 

La principal tarea de la Iglesia es la evangelización (EN 1,14), ser signo y sacramento del Reino de Dios entre la humanidad; un Reino de amor, libertad, justicia, paz… Y puesto que la misión es el elemento inicial de la evangelización, todo seguidor y seguidora de Jesucristo participa de esta tarea, cada quien según su condición y vocación.

Nos sentimos misioneros vicencianos laicos e intentamos que, cada uno de los elementos que definen nuestra vocación, tenga peso suficiente como para orientar nuestra vida, en respuesta a la llamada que de Dios recibimos. Intentando vivir las tres dimensiones es como creemos responder a lo que Dios quiere de nosotros: Somos laicos y Vivimos la identidad misionera a través de la docilidad al Espíritu Santo, viviendo en actitud de inculturación, apoyando y compartiendo procesos de solidaridad y construyendo la vida de la Iglesia.