Mirar con los ojos del amor

Ya va pasando este mes de Octubre, mes esperado y celebrado por todos los que amamos la MISIÓN.

Este es el mes dedicado, de manera especial,  a todos nuestros héroes a todos los hombres y mujeres que un día decidieron entregarse y estar al lado de quien más lo necesita allí donde más se necesita.

En casa no pasa desapercibido este mes y en el calendario se marcan muchos días como especiales por un bonito corazón que mi hija Paula, que tiene 8 años, se encarga de dibujar: Pregón del Domund, conferencia – coloquio misionera, eucaristía, día del Domund… y sobretodo es mes para recordar, felicitar, llamar…  a aquellos misioneros amigos que un día decidieron dejar a su familia, su profesión y casi todo por responder a la necesidad de su corazón de darse, de compartir, de llevar el evangelio allí donde pocos son capaces de llevarlo y de sonreír a aquellos que más lo necesitan.

Mi nombre es Juan Carlos, tengo 41 años  y he tenido la suerte siempre de estar rodeado de MISIONEROS,  de personas entregadas que me han hecho ver lo importante de estar atento desde donde te toque vivir a las necesidades de los demás.

Cuando tenía poco más de dos años entre a formar parte de una gran familia misionera como es la FAMILIA VICENCIANA. Al principio mi cuidado y formación por parte de las Hijas de la Caridad, mi juventud perteneciendo a JMV hicieron que la llama de la MISIÓN se iría haciendo cada vez más grande y sobretodo el poder acompañar y ver como la felicidad de todos esos misioneros que me rodeaban era compartida, sus testimonios, su manera de afrontar tantas y tantas dificultades.

En ese camino descubrí mi MISIÓN que era formar una familia donde los valores del Evangelio y la mirada hacia el otro fuese esa brújula que nos uniese. Así Dios puso en mi camino a Arancha y con el tiempo llego Paula y ahora en plena pandemia ha nacido Leticia, un verdadero DON esperado y que ha completado esa felicidad, esa familia misionera soñada, esa familia MISEVI.

Ser MISEVI es la manera de acompañar, de querer de una manera fraterna, de sentir con el que tienes a tu lado y de presentar la Buena Nueva a todo aquel que compartes vida.

En mi trabajo de administrativo me he encontrado con muchas personas de diferentes ideas y maneras de ver la vida pero cada vez que he tenido la oportunidad de presentarles MISEVI y sus proyectos siempre han participado y hasta sean sorprendido y después interesado por la vida de esas personas que desde esas comunidades misioneras lejanas, ahora en Angola y Bolivia, son un gran motor para seguir siendo familia misionera.

Si algo estoy aprendiendo en estos tiempos de pandemia es lo importante que es la misión, que no es otra cosa que MIRAR CON LOS OJOS DEL AMOR, CON LOS OJOS LLENOS DE HUMANIDAD, LLENOS DE CORAZÓN cada problema, cada adversidad… Estoy seguro que si los responsables de esta gestión incluyesen la HUMANIDAD  como ingrediente de sus medidas estrella tendríamos un resultado esperanzador.

Juan Carlos Hortigûela Gonzalez

Misevi Burgos