Formación orante para renovarnos

Nuevas realidades, nuevas respuestas

Crónica de un esperado encuentro de formación presencial de Misevi España.

Acabamos de regresar del encuentro de formación de Misevi España (12 y 13 de marzo de 2020). Por fin en modalidad presencial, en el Centro de Espiritualidad San Vicente de Paúl en Santa Marta de Tormes, Salamanca.

Teo Nieto planteó un itinerario en tres fases, cada una incluyendo momentos de reflexión individual y compartida. Reflexión dirigida hacia cada uno de nosotros y hacia Misevi:

    1. NUEVAS REALIDADES (ver). Nos lleva a la reflexión sobre “Así es Misevi”.
    2. LA LUZ DE LO QUE SOMOS  (juzgar). Para llegar a “Así vemos a Misevi”.
    3. LAS NUEVAS RESPUESTAS (actuar). Momento que nos llevó a una reflexión compartida a partir de la pregunta ¿hacia dónde caminamos?. No lleva a modelar un “Así nos gustaría Misevi”.

Unas pinceladas sobre los contenidos

Respecto a la temática, “Nuevas realidades, nuevas respuestas”, el fin de semana ha sido muy enriquecedor. Teo nos ha advertido acerca de la diferencia entre ideologías (como construcciones de la razón)  y paradigmas (asentados en la emoción, en el corazón, en la creencia); cada uno de estos dos constructos nos afectan de una manera concreta y a veces resulta fácil confundirlos entre sí.

Le dimos un buen repaso a los pilares de nuestro paradigma cultural actual, a la Iglesia de la que formamos parte y a algunos efectos no tan evidentes que ha producido la pandemia durante estos dos años. Mirando de forma crítica pero cariñosa todo esto, aterrizamos en cualquier caso en que Dios nos confía la construcción del Reino:

No todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse (…). No hay sistemas que anulen por completo la apertura al bien, a la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reacción que Dios sigue alentando desde lo profundo de los corazones humanos” (LS 205).

Se nos plantea el reto de ser profetas, capaces de mirar el mundo con el corazón y así encarnarnos en las distintas realidades a las que servimos. Aprendiendo de Jesús, de su pedagogía y de las muchas formas que tuvo de “saber escuchar”.

Todo para desembocar en las grandes preguntas:

¿Quiero trabajar en la construcción del Reino de Dios?
¿Dios me está llamando? ¿A qué?

Caímos en la cuenta de que hay muchas formas de abordar estas preguntas, muchos matices y muchos límites declarados o encubiertos en nuestras respuestas. Debemos rebasar esos límites y dedicarnos con determinación y “paciente urgencia” a los “pobres entre los pobres”, a aquéllos a los que nunca se les abren las puertas. 

Porque hay una semilla de bondad en el ser humano, una capacidad de amar y un compromiso a nuestro alcance, por siempre:

Estad siempre alegres, orad sin cesar, dad gracias por todo. Eso es lo que quiere Dios de vosotros como cristianos. No apaguéis el espíritu, no despreciéis la profecía, examinadlo todo y retened lo bueno, evitad toda especie de mal.] El Dios de la paz os santifique completamente; os conserve íntegros en espíritu, alma y cuerpo, e irreprochables para cuando venga nuestro Señor Jesucristo. El que os llamó es fiel y lo cumplirá. (1Tes 5,16-24).

Profundidad en el encuentro y en la reflexión

Si ricos fueron los contenidos, más ricos fueron los momentos de mirarnos y abrazarnos con la mirada, con las palabras, con el corazón… ¡cuánto bien nos hace encontrarnos cara a cara y tener estas experiencias!

Y de una forma especial, las tertulias en las que reflexionamos acerca de Misevi y de su papel en el Mundo:

Descubrimos que nuestro documento VIDA EN MISIÓN, que nos define y enriquece, debe quedar inserto en nuestros corazones, debe formar parte indesprendible de nuestros paradigmas de vida individual y asociativa. Como decía Teo, sería bueno que con frecuencia “rezáramos” juntos este documento.

Así seremos capaces de dar pleno sentido a cuanto emprendamos, a sentirnos órganos de un mismo cuerpo, a enriquecer con nuestras cualidades personales el proyecto que tenemos en común para la construcción del Reino.

Necesitamos momentos de reflexión compartida para consensuar nuestra visión del mundo, una realidad compleja y cambiante que trae a nuestra preocupación muchos temas sociales, culturales y políticos sobre los que debemos tener claros nuestros posicionamientos.

Sentimos cierto orgullo de estos veintiún años evolucionando, de tener nuestras estructuras pero para trabajar bajo relaciones de horizontalidad, de ser ejemplo de que el laicado misionero es una opción plausible y necesaria. No hemos alcanzado nada, aún lo debemos todo al Reino, pero sentimos que estamos en el camino por el que Dios nos llama.

Alimentamos nuestro cuerpo con sabrosos regalos para el paladar y alimentamos nuestro espíritu con los momentos de oración y eucaristía que tuvimos en la capilla.

Regalos todos para el alma, que nos han devuelto a casa con una profunda sensación de gratitud por lo vivido y de compromiso por lo que está por vivir.

Que así sea.