Idoia Makazaga: «Seguimos trabajando incansablemente por hacer más real la vocación laical misionera en la Iglesia»

Para los veteranos de la Asociación, perteneces a aquellas que fueron pioneras, que vivieron momentos de lucha y reivindicación. Para los recién llegados, a lo mejor una leyenda urbana. Por eso esta entrevista es para conocerte mejor, y no solo como presidenta de Misevi, porque ese es tu yo más reciente.

Cuéntanos en unas pocas líneas quién eres.

Soy zarauztarra, del barrio San Pelaio. Una mujer nacida a orillas del Cantábrico que tiene la suerte de crecer en una increíble familia, de disfrutar con la mejor de las kuadrillas, y capaz de gozar con lo más sencillo.

Se dice que el presente es un reflejo de lo que fuimos. ¿Qué queda de la chica que fue enviada a misiones por primera vez? 

El espacio y el tiempo van tejiendo la experiencia, te van construyendo en tu “ser” y así descubres cómo ser y cómo estar en la vida. En mis bases siguen muy presentes: el gusto por entender qué sucede por el mundo, no quedarme con la primera impresión, la sensibilidad y el compromiso por la justicia social, búsqueda de respuestas a las realidades donde se vulneran los derechos, se niegan oportunidades…

Si es posible escoger, ¿cuáles fueron las principales lecciones aprendidas durante el tiempo que pasaste en misión fuera de España?

La fuerza que supone la vida en comunidad. La dificultad que puede suponer convivir con quien no has elegido, se supera con creces al descubrirte como parte de una unidad en la que creces como persona en todas tus dimensiones y aportas hasta desde tus limitaciones.

La capacidad de empezar y vuelta a empezar, sin descanso (¿podríamos llamarlo resiliencia?).

La pequeñez humana ante la naturaleza entera.

Una canción que te acuna, te recibe, te integra, te agradece, te despide, te llora… un pueblo que con su canto se hace presente en cada momento de la vida.

Ahora desde la perspectiva de la experiencia y con una visión más madura, ¿qué cosas harías diferente?

No sabría qué decirte, quizá todo se tuvo que hacer así. No es justo juzgar el pasado con los ojos de hoy.

Las maneras, las estructuras, las orientaciones… que han sido útiles a las congregaciones, no se ajustan a la realidad laical y ésa es la tarea que nos hemos dado algunas asociaciones misioneras laicas entre ellas, MISEVI.

Seguimos trabajando incansablemente, por concretar el numeral 3 de nuestros estatutos, hacer más real, más concreta, la vocación laical misionera, que, aun siendo una minoría en la iglesia, va tejiendo nuevas maneras de ser y de estar en la iglesia y en la sociedad.

En una primera impresión, pareces una persona calma, ¿Qué te indigna y te hace perder la cabeza? 

Las consecuencias que puedo provocar por la dejadez, la mediocridad…

Por el contrario, ¿qué te hace sonreír incluso en el peor día?

Un paseo por la playa creo que lo arregla casi todo, o al menos te refresca el alma.

Después de mucho tiempo fuera, has tenido que adaptarte a una nueva realidad. España no es la que dejaste, para bien o para mal. ¿Qué te ha costado más? 

Es un camino que tienes que hacer tú misma, eso no quiere decir que lo vayas a hacer sola, sin embargo, esa es la sensación que predomina.

Todo es nuevo, todo lo has de aprender-desaprender, pues cuando has venido de vacaciones, vienes con la despreocupación de quien tiene la vida organizada en otro lugar y estás de paso, como “turista”.

Ya han pasado tres años, lo has conseguido, digo, adaptarte. Algunos al regresar se han vuelto un poco locos, ¿cuál es tu truco para no caer ?

Mirando hacia atrás, ahora, creo que no ha sido tan difícil, como decíamos antes, los saberes aprendidos del pueblo centroamericano te ponen las pilas para encontrar tu lugar.

Ojo, encontrar tu lugar, no justifica ni instalarse, ni acomodarse. ¡Eso sí sería locura! 

En relación a Misevi, ¿cómo fue llegar y estar en la asociación en España? 

Eres “la misionera” en Honduras. Llegas y, ya no eres la misionera en Honduras.

Empiezas a buscar cómo ser misionera aquí, porque no puedes SER otra cosa, es parte de ti. La “reinculturación” es una tarea que exige mucho discernimiento.

Y ahora, desde el equipo Coordinador, nuevo cambio. 

¿Qué se ve de cerca que no se ve desde la comunidad de misión, y al contrario?

Ver, ver, lo que se dice ver, aún estoy vislumbrando, entendiendo… en unos meses te responderé.

Caminante no hay camino, se hace camino al andar, decía Machado. ¿Cuáles son los caminos que Misevi tiene que andar?

Planteas la pregunta en plural, como asociación, yo me la planteo para mí, si alguien se suma a este camino iremos juntas:

  • “Ser” laic@s en la Iglesia. La sinodalidad en el sentido más amplio. Tarea solicitada a todos y todas, a la que deberíamos dedicarle nuestra aportación en los grupos de reflexión y trabajo sinodal.
  • Proponer vías para vivir la teoría de la Misión Compartida.
  • Tomar conciencia de la vocación laical misionera y vicenciana y darle sentido pleno ahí donde estemos presentes (Iglesia, Administración, política, sindicatos, asociaciones civiles, la calle…). Vida en Misión es más que un documento. Nos interpela hacia dentro de la asociación (Colaboración, implicación…) y, sobre todo, hacia fuera, hacia la realidad, hacia las periferias…
  • Practicar la hospitalidad y acoger(nos). La “Cuidadanía” 

¿Qué experiencias y/o saberes guardas en tu mochila de misionera experimentada que crees que van ayudarte a liderar la asociación por esos caminos?

La capacidad de trabajo, la curiosidad por aprender, la confianza en los saberes y capacidades de los compañeros y compañeras de equipo, tener presentes los objetivos esenciales y tratar de conseguirlos y tratar y tratar, lo demás lo dejaremos en las manos de Quien sabe.

Por último, vamos a pedirte que nos digas:

Una lectura que marcó tu historia: Momo de Michael Ende

Una banda sonora que acompaña tu presente: Ángel Illarramendi, en cualquiera de sus composiciones.

La Palabra que ilumina tu futuro: Unidad en la esencia, Libertad en la búsqueda, y en todo lo demás, Amor

Muchas gracias