Idoia Makazaga: «Este pueblo que camina, es otra demostración de que en Honduras se apuesta por la vida y hay capacidad de esfuerzo y sacrificio».

Día Internacional del Migrante, quizá otro día más para algunas personas, pero el 3,2%, según FIDH, de los habitantes del planeta están incluidos en el concepto: MIGRANTE. También lo está Idoia Makazaga, MiSeVi en Honduras, migrante desde hace 20 años en Honduras compartiendo fe y vida y creciendo como ser humano en este país centroamericano que está siendo noticia por este fenómeno de la migración.

  • Celebramos el Día Internacional del Migrante como una llamada a despertar conciencias frente a la realidad de la migración. En tu opinión, ¿dónde está la clave para ayudar a las sociedades receptoras a acoger el fenómeno migratorio?

La realidad de la migración, como tantas otras es tremendamente compleja, y por lo tanto, la conciencia que mencionas, también deberá ser despertada desde múltiples perspectivas.

Te propongo partir del hecho de que migrar es necesario para la vida, así nos lo confirman la medicina, la zoología, la botánica, la física, la química, la sociología, la antropología, la psicología, la economía… la vida es movimiento, relación, interdependencia, encuentro…

¿Por qué entonces necesitamos ponernos este día en el calendario? Quizá porque muchas de las personas migrantes, no lo son de manera voluntaria, es decir, no han decidido, planificado y proyectado una vida en mejores condiciones de las que tienen en su país de origen y buscan continuar su vida y la de su familia en otro lugar más favorable. Se hacen una idea de las dificultades que se presentarán pero se proponen hacer todo lo posible para lograr sus metas.
Cuando alguien deja su país de manera forzada, en circunstancias de violencia, de negación de derechos, de amenazas de muerte, crisis/desastres políticas, económicas, humanitarias, ecológicas… sale en condiciones de absoluta vulnerabilidad, en contra de su voluntad, aferrándose a la propia vida, que es lo único que queda. Las personas que quedaron en el país, en el camino, ya no tenían fuerzas, salud, dinero… para “ser” en otro lugar del mundo.

Conocer la historia oficial y la de entre líneas, nos abre una importante perspectiva.
A las sociedades que ahora les toca ser “receptoras” les despertará la conciencia recordar su propia historia y saber agradecer lo bueno que fue migrar y también lo duro que fue ser migrante para ahora poder corregir, corresponder y acoger.

Preguntarnos y cuestionar a las personas responsables de la toma de decisiones porqué no tenemos que establecer políticas y legislaciones especiales a la migración de capital y bienes materiales pero si a la migración del capital humano, sobre todo si no es rico ni famoso.
También la geografía nos puede ayudar a despertar. Mirar un mapamundi y ponerle nombre a cada territorio es un pequeño favor que le debemos a la humanidad. Si además, cuando leas las etiquetas de lo que consumes, sea alimento, vestido, tecnología, combustible, joyería, arte… sabes dónde se encuentra ese país, cómo se ha obtenido el producto, quién se ha beneficiado de la explotación/exportación, qué impacto ecológico ha generado… cuando te encuentres con una persona migrante de ese país, quizá te salgan los colores por rabia, por vergüenza…. No lo sé, hay que probar.

  • Entendemos que la realidad migratoria es un desafío misionero y vicenciano, ¿por qué lo crees así?

La revolucionaria propuesta de Jesús, por cierto, migrante forzado, salió de sus limitadas fronteras geográficas y culturales desde los primeros años. La apertura cultural, la amplitud de miras, la hospitalidad…, en definitiva, los valores de la migración permitieron el encuentro, la escucha, el aprendizaje, la acogida, crear redes de solidaridad, la encarnación, la inculturación… de las primeras comunidades.
Hoy, herederos de estas primeras comunidades, y como continuadores del carisma vicentino, que desde sus orígenes estuvo ligado a la atención de los desplazados por las guerras, no podemos más que seguir dando respuestas. No solo conmovernos, sino movernos y mover razones y corazones.
En Honduras, miles de personas iniciaron lo que hoy conocemos como La Caravana Migratoria hacia EEUU. Explícanos Idoia cómo se vive desde allí lo que para unos es un fenómeno y para otros, una crudísima realidad. Descríbenos cómo nace, a qué responde y qué se espera de esta caravana que es ya un fenómeno sociológico.

“La Caravana”, me trae la imagen de los nómadas en el desierto en busca de un oasis. Es un fenómeno sociológico, mediático…interesado.

Honduras siempre ha “exportado” pobres, las “remesas” han hecho posible que el país pudiera salir a la superficie durante muchos años. En los rumores de la calle se asegura que cada día salen de la terminal de San Pedro Sula varios autobuses hacia el “norte”, se sabe cuáles son las tarifas que los “coyotes” cobran por llevarte a los “Yunaites” (Estados Unidos) hay un vuelo semanal directo a Madrid del que, al menos la mitad de los pasajes de regreso, no se emplean… Eso es mucha gente saliendo de este fenomenal país que se ha convertido en fenómeno de características monstruosas: hambre, analfabetismo, desempleo, narcotráfico, saqueo de arcas públicas, estado fallido, muertes, golpe de estado, impunidad, corrupción, intervención de países terceros… desde hace varios gobiernos.

¿Por qué hablamos de “fenómeno” ahora? La migración siempre ha existido. Ahora se ha percibido, se ha visibilizado ¿por qué? ¿Qué intereses hay para que todo el mundo se fije en una actividad cotidiana, en desarrollo desde hace muchos años, y que se viene repitiendo en varios países, en diferentes continentes?

La “Caravana” ha introducido una novedad, ha modificado el modo de migrar. Ya no es a escondidas, de uno en uno, ahora se camina en grupo, aunque el grupo se reúna simplemente al compromiso de caminar juntos, protegidos, asegurados, hasta donde cada uno quiera o pueda, siendo el destino final los Estados Unidos de Norteamérica y dejar atrás Honduras el país que desecha y descarta cada día a su propios habitantes. Vuelvo a la imagen del desierto, la “Caravana” se desplaza hacia el oasis.

Se puede marcar el 12 de Octubre, Día de la Raza, como el arranque de unas 160 personas que de manera espontánea, quieren huir, quieren salir de Honduras, quieren hacer visible lo que no se ha conseguido con protestas civiles, denuncias internacionales, huelgas de hambre, marchas…

  • Como misionera, como laica, con tantos años viviendo en Honduras, ¿cómo marca tu vida personal y pastoral el deseo del “sueño americano” de tantos hondureños?

A diferencia de otros países centroamericanos, Honduras ha sido muy pro Estados Unidos de Norteamérica, sigue creyendo en el “sueño americano” en Estados Unidos. Algunos hacen largas las filas ante la embajada en Tegucigalpa, pagan tasas solo por conseguir la cita con el funcionario que determinará si eres apto o no a gozar de la visa de tránsito. Otros pagan fuertes sumas a los “coyotes” que los llevarán con suerte al otro lado.

La pregunta es por qué no trabajar acá por el “sueño americano” en Honduras. Prepararse académicamente, profesionalmente. Establecer bases para la organización comunitaria. Generar empleo. Fortalecer los liderazgos. Generar reflexión y análisis de la realidad. Educar en ciudadanía y democracia. Garantizar el acceso a los servicios básicos. Fortalecer la familia. Promover la juventud…

Se han hecho esfuerzos de toda clase, se han empleado recursos hasta agotarlos, creatividad y entusiasmo desbordantes… y todo choca una y otra vez con una estructura de muerte y destrucción que se empeña en acabar con la esperanza de este pueblo “aguantador”, trabajador, al que no han permitido generar tejido social que aúne esfuerzos colectivos y por eso es más vulnerable.

Este pueblo que camina, le llamen caravana o éxodo o fenómeno, es otra demostración de que en Honduras se apuesta por la vida y hay capacidad de esfuerzo y sacrificio.

  • Quizás dejamos para el final la más difícil de las preguntas Idoia, pero ¿cómo podemos ente todos ayudar a que se reduzca la discriminación y rechazo a las personas migrantes?

Realmente es difícil dar una sola respuesta, pero no podemos escondernos hipócritamente en que esto, sea migración, sea pobreza, sea trata de personas, sea… es muy complejo y otros lo solucionarán.

Tampoco podemos caer en que esto, sea política, sea economía, sea religión, sea… es así, siempre lo ha sido y siempre lo será. La utopía, la imaginación, pensar de otro modo, otras maneras, otras posibilidades, nos permiten intuir hacia donde construir de manera subversiva.

Lo que más nos cuesta, no es hablar y pensar, que también, lo más difícil es modificar nuestro estilo de consumo que es insaciablemente depredador. Tenemos responsabilidad en la destrucción de la Casa Común y las posibilidades de desarrollo, de gobierno y autogestión de muchos países productores de materias primas y/o receptores de desechos de nuestro consumo.

Fomentar la sana curiosidad por el Otro, que es persona, reconocernos como seres humanos, no podemos seguir haciéndonos invisibles. Busquemos características que nos son comunes: toda fiesta que se precie tiene comida, bebida y música.

Ver, comprender, reconocer y actuar/denunciar la hipocresía de los discursos económicos, sociológicos, políticos… que promueven la discriminación, la compasión mediática, el cierre de fronteras, confinamientos, contratos basura, condiciones laborales esclavistas… y presionar como ciudadanos y ciudadanas, generar opiniones y acciones alternativas, inclusivas, establecer relaciones ganar-ganar…

Que todos los esfuerzos sirvan para hacer realidad el artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda…

Podemos intentarlo y fracasar, pero lo más interesante será encontrarnos y juntos pensar “fuera de la caja” en nuevas utopías, en vidas plenas, en decrecimiento, en espiritualidad, en cultura…