JuanLu y Ángela nos cuentan su experiencia en Bolivia

JuanLu y Ángela hacen balance de su experiencia misionera:

Ahora que nos queda poco tiempo de estar “en misión” (como decía mi abuela la misión está en todo lado, aunque en algunos más que en otros), parece que toca hacer balance. ¡Qué complicado poner en un puñado de palabras tantas experiencias, tantos recuerdos, tantas personas… qué difícil intentar explicar lo que se siente y se ha vivido en lo más profundo del corazón!

Llegué a Bolivia, para quedarme un tiempito, en el año 2007. Once años después, continúo en Bolivia ahora, eso sí, junto a mi marido y mi hija. Dije y dijimos sí a la misión porque sentíamos que Dios nos invitaba a vivir este proyecto de vida desde nuestro ser laicos. Fue más fácil decidir venir que decidir regresar cuando seguimos siendo muy felices acá. Sin embargo, hay momentos en que la distancia se hace larga, aunque estamos seguros que, cuando estemos allá, la misma distancia se nos hará igual de larga aunque en sentido inverso, y vislumbramos que Dios nos marca una nueva etapa en nuestro caminar.

Pienso en qué nos llevamos de esta tierra.

Esta tierra nos abrió las puertas a una nueva cultura, una nueva cosmovisión, una nueva lengua, una perspectiva distinta de la historia… y, aunque nos ha quedado mucho camino de “inculturación” por recorrer, nos ha enriquecido ver y entender el mundo con otros ojos. Ojalá nunca olvidemos, y sepamos transmitirle a nuestra pequeña boliviana, que en la diversidad está la mayor de las riquezas.

Hace poco hablábamos en la comunidad de cómo la vida, no siempre fácil, de muchas personas con las que compartimos camino, tiene que ser enseñanza en nuestra propia vida. Como, el testimonio de tantas mamás, niños, privados de libertad… nos tiene que servir de referente ante las dificultades que vayan surgiendo en el día a día. Y ese es uno de los mayores tesoros que atrincheramos en nuestros corazones: tantos ejemplos de superación, aun en los momentos de más dificultad; tantos ejemplos de lucha por buscar un futuro mejor, aun sin sentir la esperanza; tanta fe en Dios, aun cuando la noche está oscura. Tanta gente es la que ha ido dando sentido a nuestra vocación. Gracias por la huella que han dejado en nosotros.

Otro gran regalo ha sido vivir en comunidad, estos últimos años, junto a Germán, Delmy, Daniel y Ana Ruth. Más que compañeros ya son familia. Ellos también han sido para nosotros un importante testimonio de fe, amor, acogida, vida entregada y compartida… Ustedes hacen vida el Gastar la Vida que rezaba Luis Espinal. Gracias por tanto.
No nos podemos olvidar de nuestros compañeros y compañeras de la Pastoral Social Cáritas de Sacaba. Aquí los grandes misioneros son ellos sin duda. Hacen de su vida un verdadero servicio a las personas más empobrecidas. Comparten y regalan sus dones para construir una Bolivia más justa donde se hagan valer los derechos de todos; con su vida hacen realidad aquello de “un cielo nuevo y una tierra nueva”; con su trabajo construyen día a día ese otro mundo posible de la utopía del Reino. Gracias por haber sido, junto con nuestra comunidad de vida, el mejor espejo donde mirarnos.

Por último queremos dar algunas Gracias más. A JMV y MISEVI por confiar en nosotros y enviarnos a sus comunidades. A la Delegación de misiones de Ciudad Real por apoyarnos de manera constante y cercana. A tantas personas que a lo largo de estos años se han hecho presente de diversas maneras. Y por supuesto a nuestras familias y amigos, que generosamente, acompañaron nuestra salida y ahora nuestro retorno.

Pero sobre todo GRACIAS a Dios por permitirnos vivir estos años. Gracias porque te hemos visto y conocido en muchas personas y su historia de vida. Nos sabemos llenos de limitaciones y defectos, pero esperamos que, a pesar de ellos, hayamos sabido hacerte presente. Esperamos que nuestro actuar, a veces equivocado, haya sido, en la mayoría de las oportunidades, reflejo de tu voluntad. Gracias Diosito por acompañarnos siempre.

Espero que sepamos, con la ayuda de Dios, encarar esta nueva etapa de la vida como tantos nombres propios nos han enseñado a veces con lágrimas, a veces con risas, a veces con silencio, pero siempre con FE.

Queremos agradecerles todo este tiempo de trabajo, entrega y dedicación. ¡Gracias!.